jueves, 17 de abril de 2014

La muerte y sus putas.




Recuerdo aquella noche en que la pena,
 la soledad y yo nos citamos
en ese burdel con las luces de neón,
ellas siempre puntuales comenzaron
 a urdir planes en mi contra, mientras se hacían intimas amigas, 
pues nada une mas que un enemigo en común,
yo informal confeso decidí no acudir para rendirme sin condiciones 
a tus labios y a tu pecho incandescente.

Fue la noche en que burlé a la muerte sin quererlo
y la parca se fue de putas para llevarse algo caliente a la boca,
tuve la suerte de encontrar cobijo entre tus brazos y calor
en tu almohada.

Bendigo ahora tu habilidad para seducirme con solo mirarme
o mi extrema debilidad a tus besos, 
siempre has sido la cárcel de la que no trato de escapar,
¿para que? si es imposible
¿para que? si no me pesa
siempre fuiste el mar en el que bañarme desnudo de noche,
o en el que ahogarme borracho,
mi hogar dulce hogar.

Recuerdo ahora tu cara pálida, y tus ojos grandes,
tu voz fina y tu lado oscuro...
ay tu lado oscuro y mi perdición,
mi derroche y tus gemidos,
tu entrega y mi asedio.

Te necesito tanto,
tanto que asusta.