lunes, 7 de julio de 2014

78

Con un doble mortal pero sin redobles y con escasa acogida
hace su entrada en escena el mes de Septiembre ocupándose del cálido Agosto,
y no nos queda otra que entonar una oda en memoria de ese "Ave fenix" al
que lo simples mortales llaman verano, y que tal como muere, resurge de sus
propias cenizas de sol y largas tardes, de noches de terraza y de olor a arena.

Podemos recordar como ascendíamos por aquella garganta de asfalto plateado
que palpitaba ardiendo bajo nuestros pies de camino a casa,
o como amanecíamos bajo un sol imperial que llevaba horas calentando el mar y sus olas.

Se acabaron las noche de Rock&roll y mojitos sentados sobre el empedrado
callejón, llegó el final de las faldas cortas, de los vestidos imposibles y de los giros
de cuello disimulando para admirar sin ser visto.

Ya no queda tiempo para las siestas sin prisa, para hacer el amor y sudar más de la cuenta,
para empaparnos de cerveza fresquita, y saltar de concierto en concierto en pos de la afonía,
ya no hay lugar para las gafas de colores y los bikinis lloran por el fin de otra temporada.

El moreno estival se va desvaneciendo dando paso al mortecino color que nos acompaña
durante el resto del año, recordaremos los amores de verano, los polvos gritando el nombre de
desconocidos por casualidad.

He aprendido a amar el verano y a echarlo de menos cuando se te escapa entre los dedos,
pero no, aún queda tiempo pues no ha hecho más que empezar,
disfrutemos pues es rápido y casi siempre certero.