viernes, 20 de julio de 2012

Confesiones de la débil carne.

La escasez de tu vestido me sedujo, y tus tinieblas me atraparon, dame mas noches de alcohol y orgasmos, de locura y dulzura. Apura los celos de un trago y muere cada noche para resucitar a la mañana siguiente con el vago recuerdo y con mi olor hospedado en tu almohada, con un saco de sonrisa de algodón para desayunar en la cama. Pocos segundos entre mis dedos y el adiós de tu cremallera, el sol madrugador revela que el suelo recogió el sobrante de tejido del que nos desprendimos con prisa, la botella vacía yace en la mesa del salón
escoltada por dos vasos de hielo muerto, mi billete de ida a tus noches terribles y un cada vez mas familiar 
olor a frenesí recién hecho se apodera de mis pocas ganas de separar mi aliento de tu cuello....

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