lunes, 20 de octubre de 2014

Necesito que te dejes de historias, de cuentos y de conciertos.
Necesito que vengas a cuidar de mi verbo amar, que está en los huesos,
cansado y desgastado de foguearse a distancia.

Ha sido un invierno duro. Que esta durando ya demasiado.

Quizá si estuvieras aquí conmigo sería mas soportable el dolor
de no saber quien soy, de no conseguir arrancarle más franqueza
al espejo que la de un ojo morado, y un par de arañazos emocionales.

La casa está en silencio. Un silencio atronador, un vacío existencial y
un océano entre nuestros dedos.

Nadie parece saber bien cual es su sitio en esta casa,
mientras yo escribo, ellos dan vueltas a mi alrededor y
me susurran, pero no consigo entenderles.

La lluvia y el asfalto mantienen una guerra. Fria.
El oscuro pavimento a penas puede defenderse de las acometidas
de esta tormenta de Octubre.

Creo oír la puerta a cada rato y me sobresalto. Es decepcionante comprobar
que es solo mi imaginación, esa fugaz y caprichosa traidora.

Si estuvieras aquí.

Tu me dirías quien soy, y yo te creería.
Cenaríamos viendo la tele, en absoluto silencio, pero violando la distancia.
Volveríamos a ser nosotros, y dejaría de ser yo.

Ha dejado de llover. El cielo está de luto.

Si estuvieras aquí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario