martes, 1 de enero de 2013

Autoretrato

Y entonces fue cuando me di cuenta de que ya estaba de vuelta de todo,
que ya nada podía sorprenderme, que nadie podía traicionarme,
que la ilusión se tornó solo en un vano sentimiento tan frágil
que se deshace solo con tenerla, y de que mi odio hacia el mundo
en el que vivo era mucho mayor que mi fe en un futuro mejor.

Mi único veneno es un pesimismo total que se apodera de mi
periódicamente llevando mis manos a escribir de manera libre
textos tan humanos como yo, que mi estigma me lastra,
que la pesadez de piernas y brazos no es rival para mi desidia mental,
y de que incluso la muerte parecía menos horrible que el hecho de
tener que luchar con esta carga.

Comprendí que ya solo era capaz de hallar la belleza si destellaba
en tus ojos, pero tus ojos tan lejanos me negaban cualquier
instante de fugaz tranquilidad,
redescubrí que solo esta música me atormenta, me sacia,
me recoloca las vertebras, pero me aleja de mi entorno.

Fue entonces cuando me di cuenta de que solo escribiendo
hallo paz, no una gran paz, pero si una pequeña, una paz tan mía
que solo hay sitio para uno, y de que entrar en trance ignorando
todo lo que no sea papel y bolígrafo era mi única y puta verdad.



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