viernes, 3 de febrero de 2012

3/4

Tras una larga y fría noche que vino acompañada de ráfagas de un viento
que cortaba la respiración y congelaba  suspiros al viento,
aquí estoy refugiado, esperando, tratando de abrirme las venas
para verter mi dolor en las paginas de ese libro de tapas azules
y palabras invisibles, y que solo puede leerse a media luz y
en compás de 3/4.
Estas letras serán mi pasaporte al club de los poetas suicidas,
y al eterno placer del romanticismo silencioso y de las miradas
furtivas.
Me complace confesar que duermo pocas horas y me mareo
entre las sabanas, que mi conciencia es un peso muerto que
me arrastra hasta el fondo, haciéndome pasar la noche
entre macabros sueños, y camina bella a través de
canciones desesperadas que desprovistas de poemas de amor
posan desnudas con apariencia de abatimiento, asomándose
temerariamente al balcón de mis lunes por la mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario